Celebrar la Pascua es motivo de gran alegría, porque Jesucristo ha triunfado sobre el pecado y sobre la muerte. Cristo ha resucitado y vive glorioso: esta es la hermosa noticia de la Pascua, que anunciamos y compartimos los cristianos. Si Cristo no hubiera resucitado no tendría sentido nuestra vida, como dice san Pablo: «Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe» (1 Co 15, 14).
Cristo resucitado es la fuente de nuestra alegría y de nuestra esperanza. Su obra salvadora ha transformado el mundo y ha renovado al ser humano. La celebración de la Pascua de resurrección coincide con la primavera en la que la naturaleza renace, reverdea y despierta del invierno. También el cristiano renace a una vida nueva y despierta del letargo del pecado.
El papa Francisco nos recuerda lo bello del renacer pascual: «Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable (…) Cada
día en el mundo renace la belleza, que resucita transformada a través de las tormentas de la historia.
Los valores tienden siempre a reaparecer de nuevas maneras, y de hecho el ser humano ha renacido muchas veces de lo que parecía irreversible. ésa es la fuerza de la resurrección y cada evangelizador esun instrumento de ese dinamismo» (Francisco, Evangelii gaudium, 276).
Vivamos la alegría pascual que nos ofrece la Resurrección de Jesucristo y sepamos compartir nuestra fe y nuestra esperanza de un mundo mejor y de una eternidad de alegría y de gloria. ¡Feliz Pascua de Resurrección!